Toda violencia
es deleznable, pero cuando se trata de la violencia infligida a un ser inocente
y desamparado, como es un niño, un adolescente o una persona física o
psiquicamente limitada, el daño es mucho mayor, tanto por la crueldad y el
ensñamiento llevado a cabo contra la victima indefensa, como por el alto grado
de maldad necesario para poder cometer esa clase de crímenes.
Hace unos días
hemos asistido a un crimen de dichas caracteristicas, me refiero al asesinato
del niño Gabriel Cruz. Llevado a cabo, según ha confesado la propia autora, por
la pareja de su padre, un agravante más, al ser motivo de confianza por parte
del menor que confía en esa “persona”.
No vamos a
detallar y pormenorizar lo sucedido, pues no es el objeto de este escrito, pero
sí decir que este tipo de crímenes se cometen mucho más habitualmente de lo
deseado, por no decir que nunca se desea ningún tipo de crimen, sea cual sea.
Pero lo peor de esto, si es que aún puede ser peor, es que a estos asesinos
crueles y despiadados, no se les imposibilita que puedan volver a asesinar y
claro, al cabo de unos pocos años en la cárcel, que no suelen ser más de 7
años, como ya hemos podido comprobar con la mayoría de esta clase de asesinos,
salen de nuevo a la calle, y una gran mayoría de éstos, vuelven a asesinar, a
violar, a delinquir.
En este caso,
conociendo la personalidad del asesino, y viendo como las leyes le permiten
volver a asesinar impunemente, cabe hacerse una pregunta: ¿Quiénes son los
responsables de que este tipo de criminales vuelvan a cometer los mismos
crímenes por los que ya fueron juzgados, condenados y encarcelados? Creo que
aquí hay más de un responsable, y no me refiero únicamente al criminal.
La reclusión
de un delincuente debería servir para su reabilitación en la sociedad, pero en
la práctica sabemos que no es así. En la cárcel se aprende a delinquir mejor.
Quizás lo que falla no sea el objetivo, sino los medios. Habrá pues que cambiar
dichos medios.
Un asesino
desalmado ni tiene posibilidad de reinserción, ni se lo merece. Sí, sí, ya
sé... ahora me lloverán críticas. Pues señores, a todos esos que están tan
decididos a permitirle una vida llena de confort a los asesinos crueles de
niños inocentes, de salvajes crímenes; que los acojan en sus casas, junto a sus
hijos, cuando a los 7 años, como máximo, salgan a la calle. Si lo hacen así,
estaré conforme con que les den esa "oportunidad" que ellos nunca han
dado a nadie.
Dejémonos de
hipocresía. El asesino psicópata, cruel y desalmado no tiene cabida en una
sociedad. No puede disponer de la libertad que le va a permitir seguir matando
y violando, como ya hemos visto en cientos de casos que está sucediendo. Esos
individuos/as no son personas. Y de igual manera que hay que tolerar a los que
opinan que hay que darles todas las oportunidades y mantenerlos en perfectas
condiciones físicas y de confort, también tengo derecho a pedir que a dichos
desalmados no se les permita volver a pisar la calle jamás. Y sé lo que digo.
José Luis
Giménez
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