sábado, 18 de febrero de 2017

¿Un grave fallo de Facebook... o simplemente una excusa?


Hasta hace relativamente poco tiempo, las redes sociales era algo novedoso que poca gente conocía, sin embargo, en menos de una década se ha convertido en el medio de comunicación de la gran mayoría de la población mundial, pues no en vano y según las últimas cifras que se conocen, sus usuarios ascienden a más de 1.500 millones en el año 2014, lo que supone casi un 25% de la población total del planeta, y sigue en aumento, pues ahora también ha adquirido a la mayor empresa de telecomunicaciones como es WhatsApp, o también otra de las redes sociales con mayor cantidad de usuarios como es Instagram.

La cifra de negocio del grupo de Facebook es casi imposible de poderla leer sin equivocarse, por los miles de millones que hay que pronunciar antes de llegar a las cifras finales. Es tal el nivel de negocio de este gran grupo, que podrían comprar cualquier cosa que se les antojasen del mundo.

Pero no sólo es la entidad con mayor capacidad de negocio cibernético en todo el mundo, sino que se ha convertido en la mayor base de datos de todo el planeta; donde todos y cada uno de sus usuarios está meticulosamente afiliado, con todos sus datos personales, sus mensajes privados, sus conversaciones más íntimas, y todos los secretos que se puedan imaginar, registrados y archivados por este ente gigante del control. Y es precisamente por esta ingente cantidad de datos de todos sus usuarios, que la corporación de Facebook mantiene en sus archivos, que también se ha convertido en el principal proveedor de los servicios de inteligencia de todos los países; utilizándose dichas bases de datos para controlar al personal en todos los aspectos imaginables, así como incluso servir a modo de arma de ataque, venganza, y hasta expiatorio.

Cuando en febrero de 2004 Mark Zuckberg lanzó su modesta red social desde su habitación de la Universidad de Hardward, no podía imaginarse lo que pocos años después iba a suponer dicha idea en el cambio global del planeta. Nació una manera sencilla y a la vez divertida de intercambiar las vivencias cotidianas con un grupo de amigos. Una idea que se fue ampliando hasta alcanzar cotas inimaginables, donde ya no se trataba sólo de amigos que compartían experiencias, sino que ahora podían intercambiar información de todo tipo entre personas que no se conocían de nada, situadas cada una en las antípodas de la otra.

Ahora hasta los políticos más relevantes de todos los países del mundo utilizan las redes sociales para comunicar sus ideas, sus proyectos o sus ataques a otros políticos. Las redes sociales, y Facebook por antonomasia, se ha convertido en un arma muy peligrosa dependiendo de quien la sepa utilizar y con qué fin.

Y aquí es donde encaja en título del presente escrito pues, a medida que el gigante de la Red avanza y evoluciona, se observa una serie de actitudes por parte de ciertos usuarios, que encuentran en Facebook una manera de hacer daño a otros “colegas” de profesión, o simplemente por envidia y cobardía hacía otras personas que han destacado en aquello que ellos son incapaces de destacar.

Así por ejemplo, tenemos que, al publicar una noticia, una fotografía o un comunicado, sin más trascendencia ni interés, más que el de informar a los contactos del usuario en cuestión, nos encontramos con ese grupo o individuo en las sombras, que se dedica a denunciar a Facebook dicha publicación, por otro lado totalmente correcta, sin que contenga palabras o ideas ofensivas, como una publicación del tipo “Spam” o de contenido ofensivo; cuando en realidad no lo es; pero de esa manera se consigue que Facebook, de forma automática y sin comprobar dicha denuncia falsa, elimine o bloquee dicha publicación del usuario “atacado cibernéticamente”; dando prioridad y categoría de autoridad a la denuncia falsa, realizada por usuarios que, además, utilizan perfiles falsos. Convirtiéndose el usuario atacado en una víctima a la que se le castiga y culpabiliza, por algo que no ha hecho. Mientras que el atacante y “delincuente cibernético”, pues no hay que olvidar que está cometiendo una calumnia al imponer una denuncia falsa, sale airoso y hasta se permite presumir de su acción ante su círculo de “delincuentes cibernéticos”.

Así que ahora nos hacemos la pregunta del título del presente escrito: ¿Se trata de un grave fallo de Facebook... o simplemente es una excusa que le viene muy bien a dicha red para justificar la eliminación o el bloqueo de ciertos comunicados e informaciones que pueden resultar molestos para ciertas entidades?

Y es que la cuestión no es algo baladí, pues según las normas de Facebook, el usuario denunciado con falsedad, es castigado, además de que en su “archivo” quedan registradas las publicaciones denunciadas como “Spam”, lo que lo convierte en un usuario no deseado, incluso molesto o peligroso, cuando no es cierto.

Y cuando el usuario denunciado falsamente quiere protestar y reclamar una verificación del porqué de la sanción y eliminación de su publicación, no tiene a dónde acudir, pues al contrario de la gran cantidad de facilidades que Facebook pone al alcance de los usuarios que desean contratar sus servicios, en el caso de desear contactar con alguien de Facebook que le pueda dar una explicación, resulta del todo imposible. Simplemente no existe dicha opción.  Es decir, el “atacante” y denunciante falso, puede actuar en la más total impunidad, perjudicar social y moralmente a otro usuario que actúa correctamente, y no le pasa nada. Ni siquiera se le puede denunciar a él como atacante y denunciante falso, puesto que Facebook no facilita el dato de quien ha denunciado, simplemente emite un aviso al usuario denunciado de que se le ha eliminado su publicación por haber sido denunciada por contenido ofensivo o tratarse de Spam, todo ello sin ser cierto, ni demostrar nada de lo que se acusa.

Así que, si no se trata de un GRAVE FALLO DE FACEBOOK, puesto que resulta inexplicable que Facebook no haya contemplado la ya mencionada posibilidad de la denuncia falsa, realizada con el único interés de perjudicar a un usuario al que se le tiene envidia o se desea perjudicar, deberá contemplarse como una forma poco ortodoxa pero efectiva y sin complicaciones de eliminar publicaciones molestas o no deseadas, aun cuando no incumplan ningún tipo de norma.

Y es por esto que desde aquí, solicito a Facebook que repare ese grave fallo, si es que se trata de un “olvido” o error, pues eliminar las publicaciones de los usuarios sin comprobar la veracidad de la denuncia, solamente porque los ha denunciado alguien que les tiene envidia o desea hacerles daño, no habla nada bien de la manera de hacer de Facebook.

Resolver ese “fallo” no supone ningún sobre esfuerzo, ni una gran inversión, todo al contrario, se trata de ofrecerle al usuario la seguridad de que mientras siga las normas de Facebook, nadie le va a eliminar o bloquear sus publicaciones gracias a una denuncia falsa que nadie se molesta en verificar y menos aún en facilitar la identidad del denunciante.

Señor Mark Zuckberg, ya sé que Ud. no va a leer esta nota, pero estaría muy bien que la leyera alguien que tuviese la capacidad de solucionar este tema que aunque sea minúsculo en importancia para ustedes, lo es y mucho para los usuarios que como yo, nos vemos acosados, atacados y denunciados falsamente por individuos sin escrúpulos y de muy difícil calificación moral, cuya única intención es causar daño.

Como prueba de todo lo anteriormente comentado, adjunto el enlace del último de mis comunicados eliminados de mi muro de Facebook, al ser denunciado con una denuncia falsa como “contenido ofensivo”, cuando se trataba de comunicar el fallecimiento de mi mascota.


José Luis Giménez





jueves, 9 de febrero de 2017

¡PELIGRO! ¡NO HEMOS APRENDIDO! Chernobyl, Fukushima... ¿Garoña (España)?


¿Quién no se ha estremecido ante los accidentes nucleares ocurridos en la central nuclear de Chernobyl el 26 de abril de 1986 en Ucrania (antigua U.R.S.S.), o el más reciente ocurrido el 11 de marzo de 2011 en Fukushima (Japón)?

Y es que no es para menos, pues se trata de los dos accidentes nucleares más graves a Escala Internacional de Accidentes Nucleares, con un nivel máximo de 7, y que a su vez constituyeron los dos mayores desastres medioambientales de la historia.

En el accidente nuclear de Chernobyl, la cantidad expulsada a la atmósfera de materiales radiactivos o tóxicos, como son el dióxido de uranio, carburo de boro, óxido de europio, erbio, así como aleaciones de circonio y grafito, se estimó que sobrepasó en más de 500 veces la radiactividad liberada por la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima (Japón) durante la II Guerra mundial en 1945. Así mismo causó la muerte de forma directa de 31 personas, teniéndose que evacuar repentinamente y de forma definitiva, a toda la población de Chernobyl, que en esos momentos era de 116.000 habitantes. Provocando una alarma social e internacional al detectarse radiactividad en 13 países de Europa oriental y central.

En el accidente de Fukushima, las emisiones de gases radioactivos fueron controladas en un principio, si bien las cantidades definitivas lanzadas a la atmósfera pudieron ser mucho mayores de las anunciadas, ya que las mediciones y detecciones posteriores en el agua arrojaban un nivel de radiación cien mil veces por encima de lo normal. Lo que dificultaba los trabajos de los operarios encargados de controlar las emisiones. Los niveles de yodo radiactivo en el agua de mar en las inmediaciones de la central nuclear eran 1.850 veces mayores que los permitidos legalmente. Además de detectar importantes cantidades de plutonio procedente del reactor nº 3.

En los días siguientes al 11 de marzo, se detectó yodo radiactivo en el agua de consumo humano en Tokio, así como altos niveles de radiactividad en la leche y en espinacas producido en las proximidades de la central nuclear. También se detectaron partículas radiactivas procedentes de Japón en California, así como yodo radiactivo en Finlandia. Incluso en España se llegó a detectar un aumento de yodo y cesio en el aire. Dichos elementos radiactivos vertidos a la atmósfera tienen un periodo mínimo de semidesintegración de 30 años.

La cifra total de personas afectadas directamente por el accidente nuclear de Fukushima fue de  23 personas heridas y más de veinte afectadas por la contaminación radiactiva. También se ha verificado que al menos 21 operarios pertenecientes al retén que permanecía en Fukushima para intentar controlar los reactores de la planta han sufrido una aceleración en el ritmo de alteración del ADN por efecto de la radiación.

Inicialmente se evacuaron a más de 45.000 personas en un radio de más 10 km de la central nuclear, pero pocos días después la cifra de evacuados aumentó hasta las 170.000 personas, así como el radio de evacuación que se dobló hasta los 20 km, pero en vista de que la radiactividad se estaba extendiendo, el radio de evacuación se aumentó hasta los 30 km.

A los habitantes evacuados se les suministró yodo en su forma estable (yodo 127) a fin de reducir la probabilidad de contraer cáncer de tiroides, derivado de la emisión a la atmósfera de yodo radiactivo (I-131). Se establecieron controles policiales en un radio de 30 km para impedir el acceso de la población. Se cerraron comercios y edificios públicos, advirtiendo el gobierno a los habitantes de la zona de que no deberían salir de sus casas, que deberían cerrar ventanas y desconectar sistemas de ventilación, no beber agua del grifo y evitar consumir productos locales.

Varios países de todo el mundo tomaron medidas preventivas, comprobando la seguridad de sus centrales nucleares, como fue el caso de Alemania, mientras que en otros países se prohibía directamente la construcción de nuevas centrales nucleares.

¿Y España?

Pues en España, como suele suceder casi siempre, se hizo caso omiso a todas las advertencias y recomendaciones, incluso el Comisario Europeo de Energía, Günther Oettinger, afirmó que debería comprobarse rigurosamente la seguridad en las centrales más antiguas, sin descartar el cierre de aquellas que fuese necesario.

A este respecto, la organización española Ecologistas en Acción, pidió el adelanto del cierre de la central nuclear de Garoña (Burgos), cuyo modelo de reactor es gemelo con los reactores de Fukushima, los cuales fueron fabricados por la compañía General Electric en el mismo año, así como se organizaron concentraciones para pedir el cierre, sin que se haya conseguido el objetivo de cerrar las centrales nucleares en España.  

Y con el panorama ya descrito, nos encontramos con que, el pasado miércoles día 8 de febrero de 2017, el pleno del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), controlado por el PP (tres vocales son del PP y dos del PSOE), ha aprobado su dictamen favorable sobre la renovación de la autorización de explotación de la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos), la más antigua de España, cerrada por sus dueños desde finales de 2012, tal como ha informado “eldiario.es”.

Lo correcto y más prudente sería que la central nuclear de Garoña, siendo la más vieja y pequeña de España, no volviese a ponerse en marcha después de 5 años de inactividad para producir electricidad, pero la aprobación por parte del Consejo de Seguridad Nuclear (en el que paradójicamente solamente hay dos miembros que poseen titulación y experiencia en temas de energía nuclear, mientras que el resto son de ramas completamente diferentes y por lo tanto desconocedores del tema de la energía nuclear), a fin de contentar a las grandes compañías eléctricas y al Gobierno del PP, que pretenden alargar la vida de las centrales nucleares en España hasta los 60 años, ha causado gran consternación entre la opinión pública, máxime cuando ya hemos visto las consecuencias que se derivan de un accidente en una central nuclear.

 “En marzo de 2015, la dirección técnica del regulador nuclear advirtió a Endesa e Iberdrola de que era “necesario” invertir en mejoras millonarias que la planta no ha hecho” (eldiario.es).

Pero a pesar de las advertencias por parte de la Asociación Profesional de Técnicos del Consejo de Seguridad Nuclear (ASTCSN), quien ya reclamó a los propietarios de la central nuclear (Iberdrola y Endesa)  una revisión del diseño de la planta, así como la implantación de determinadas modificaciones para actualizar su nivel de seguridad, tal como el propio CSN ya había advertido anteriormente, de que dichas modificaciones deberían estar implantadas "como condición previa" para la emisión del preceptivo informe favorable a la renovación del permiso de actividad para la central, ha sido el propio CSN (Consejo de Seguridad Nuclear) controlado por el PP, quien ha hecho caso omiso a sus anteriores advertencias, dando luz verde a la reapertura de la central nuclear de Garoña después de estar inactiva desde el año 2012.

Esta postura del CSN resulta un tanto extraña, por cuanto las inversiones necesarias para la reapertura de la central ascienden a más de 200 millones de euros, a menos que, supuestamente, la verdadera intención, no sea reabrir dicha central nuclear, sino poder beneficiarse de las cláusulas en las que se contempla una fuerte indemnización por parte del Estado a la central, al no poder seguir en funcionamiento. Tal como ya ha sucedido en otros casos donde empresas del grupo ACS (del presidente del Real Madrid, Florentino Pérez), han hecho valer las cláusulas concedidas por el Ministerio de Industria. Como son los casos de la construcción del complejo Castor por la empresa Escal UGS, participada en un 66,6% por ACS (de Florentino Pérez) y en un 33,3% por Dundee Energy, donde el Ministerio de Industria aceptó una cláusula por la que indemnizarían a la empresa si el negocio iba mal. Acordándose además, que la “indemnización sería equivalente al valor de las instalaciones, incluso en caso de dolo o negligencia imputable a la empresa adjudicataria”. Es decir, que si el negocio no funcionaba bien, fuese la culpa de quien fuese, la empresa Escal UGS recuperaría totalmente su dinero (Diario16).

Debido a una serie de terremotos producidos en las costas valencianas y catalana, el almacenamiento de gas Castor, hubo de cerrarse, por lo que se hizo valer la cláusula de penalización al Estado español, y que ascendía en un primer rescate a un total de 1.350 millones de euros, según Decreto Ley 13/2014. Dinero que pagaremos entre todos los españoles.

Podríamos ampliar mucho más este capítulo, nombrando a otras empresas afectadas por dichas “clausulas” de penalización al Estado español, pero considero que con lo expuesto como ejemplo ya es suficiente, aunque valga decir que las cifras que se barajan como indemnizaciones que deberá realizar el Estado español son astronómicas.

Ahora falta saber cuál es la verdadera intención que subyace en la autorización realizada por el CSN para la reapertura de la Central de Garoña, pues visto lo visto...

© 2017 José Luis Giménez

miércoles, 1 de febrero de 2017

La imaginación al poder


En la época gloriosa que siguió tras el "Levantamiento Nacional" desde 1939 a 1975 (léase dictadura franquista), la censura funcionaba a "full", es decir, a tope; y tenías que mear de lado para no hacer demasiado ruido, porque si no, la pestañí (la policía) te metía en el "talego o catre" (la cárcel o la cama del calabozo).
Y así es como la imaginación popular empezó a cambiar los nombres de aquellas cosas que estaban prohibidas mencionarlas o deberían decirse con mucho cuidado, pues la censura o la policía podía detener a quien no tuviese cuidado con lo que decía.
Han pasado más de 41 años desde la muerte del “Generalísimo” o del “Caudillo” (que tanto monta, monta tanto), y más de 39 años que “disfrutamos” de la democracia; sin embargo, en pleno siglo XXI, y más concretamente desde la Ley Mordaza del PP en el 2015, parece que hemos vuelto a la época dorada de la dictadura franquista, sino peor.
Es por eso que, a fin de evitar ser multado con sanciones astronómicas y desorbitadas o escandalosas, por haber soltado algún improperio verbal,  o incluso ser encarcelado por unos “twitters” o algún mensaje molesto para los poderes fácticos en las redes sociales, habrá que volver a utilizar la imaginación y recuperar las palabras “claves” para hacer referencia a esas cosas que ahora ya no se pueden decir con total libertad, so pena de que te multen con hasta 600.000 euros (seiscientos mil euros) según sea el caso, sin que tenga que intervenir juez alguno, pues es la autoridad competente quien dictaminará la sanción.
Así que cuidando de que no me pille la pestañí, ni de que los “hombres de Paco” me esperen a la salida del catre o me den pal pelo, voy a tener que usar la imaginación, así como vosotros tendréis que averiguar qué es lo que quiero decir..., porque como a éstos les dé por hacer lo que Donald Trump dice que no tiene importancia, llamado el waterboarding, o la tortura del ahogamiento simulado a los prisioneros para que “canten”,  yo no aguanto ná de ná, me ahogo hasta en el barreño, y como desentono tanto, ya me veo haciendo gárgaras todos los días por si acaso.
Por cierto, para los que piensan que soy un exagerado, os dejo este enlace, que creo que explica muy bien lo que quiero decir.

© 2017 José Luis Giménez