Existen
dos tipos diferentes de ceguera: la que
consiste en la pérdida total o parcial del sentido de la vista, y la que impide ver, escuchar o tolerar, otras ideas o credos diferentes al propio.
En la primera opción, nada se le puede reprochar a quien la padece, pues no ha sido causada por su cerrajón mental u obtozudez, sino que se trata de una discapacidad causada por algún tipo de accidente, causa involuntaria, o de malformación congénita.
En la primera opción, nada se le puede reprochar a quien la padece, pues no ha sido causada por su cerrajón mental u obtozudez, sino que se trata de una discapacidad causada por algún tipo de accidente, causa involuntaria, o de malformación congénita.
En cambio, en el segundo caso, suele
obedecer a la ignorancia, a la manipulación intelectual y, en el peor de los
casos, al fanatismo; ya sea político, religioso o circunstancial.
Vivimos en tiempos convulsos, donde,
la “ceguera” de unos pocos, puede dejar ciegos a la gran mayoría.
La sed de venganza, el rencor, la
inquina y el odio, manifestado por esos “ciegos” fanáticos de todo lo que no
encaje en su modo de “ver” su mundo, no puede conducir a otra cosa que no sea
la autodestrucción; tanto por un lado como por el otro, aun más, a la
destrucción general.
Cuando se siembra venganza, odio y
rencor, es muy dificil evitar que siga creciendo. De poco servirán los consejos
de terceros, si los interesados no desean ver, escuchar y estar dispuestos a cambiar
su actitud agresiva por otra tolerante.
En los “choques de trenes”, como en
las guerras, no gana nadie. Ni siquiera el “ganador”, venciendo, sale invicto;
pues en el camino ha dejado parte de su vida y de su alma.
Hoy, no puedo olvidar la gran hazaña realizada por un
alma grande del pasado siglo XX. Me refiero a Mahatma Gandhi, abogado, político
y pensador indio, que consiguió hacer cambiar la actitud belicosa de una gran
potencia mundial, como era Inglaterra, por el razonamiento, el diálogo y la
tolerancia, consiguiendo la independencia de su país, la India, gracias a su
actitud pacífica, pero constante. De la misma forma en cómo una gota constante
de agua puede llegar a perforar la dura roca.
Es por eso que, hoy, creo oportuno recordar algunas de
sus más célebres frases. Pensamientos que deberían ocupar un lugar preferencial
en nuestra vida cotidiana.
“Ojo
por ojo y todo el mundo acabará ciego”.
“No
hay camino para la paz, la paz es el camino”.
“La
violencia es el miedo a los ideales de los demás”.
“Nuestra
recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total
es una victoria completa”.
“En
cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad
de hombre, ninguna tiranía puede dominarle”.
Después de reflexionar sobre el
contenido de las frases anteriormente mencionadas, creo conveniente que cada
cual haga lo propio con todas aquellas cosas que le causan rencor, odio o
deseos de venganza, y contemple la posibilidad de cambiar la semilla de la
sinrazón por la de la tolerancia y el respeto.
Hasta el más fanático puede alcanzar la
luz, sólo tiene que desearlo.
© José Luis Giménez
5 octubre 2017
www.jlgimenez.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario