domingo, 24 de septiembre de 2017

El poder del fanatismo


La Historia, nos ha enseñado cómo, a través del fanatismo, se han librado las mayores guerras, se han cometido los mayores holocaustos y se han permitido las mayores crueldades e injusticias.
Tal como ya dijese el Maestro: “No hay nada nuevo bajo el Sol”.
O lo que viene a ser lo mismo: “Quien no aprende de la Historia, seguirá cometiendo los mismos errores”.
Y es así cómo, siglo tras siglo, los seres humanos, seguimos peleándonos y matándonos mutuamente por culpa del fanatismo; del color de la piel, de las ideas políticas, de los credos religiosos, o hasta por pertenecer a equipos de fútbol distintos.
¡Qué pena! ¡Qué pena por Dios!
Pero… ¿qué más necesitamos ver que suceda, para darnos cuenta de que vamos a volver a matarnos unos a otros como en las pasadas guerras? Que van a enfrentarse padres e hijos, hermanos, amigos…
Me horroriza ver cómo, los medios, lejos de invitar a la calma, al diálogo y al acuerdo, se dedican a echar más leña al fuego; a meter cizaña.
Parece increíble que tanta gente se deje arrastrar por tan pocos, ya sean de un lado u otro, de un signo o del contrario, sin comprobar por ellos mismos que lo que cuentan sea cierto, y no un bulo más, creado con el único fin de que haya enfrentamientos.
Hace siglos, o incluso apenas 100 años, la gente era analfabeta en su gran mayoría, pues muy pocos tenían la oportunidad de aprender a leer y a escribir. Y así era muy fácil vivir engañado. De hecho, una gran mayoría de hoy día sigue viviendo engañada, a pesar de saber leer y escribir. Y esto es posible porque no se molestan en buscar la verdad, en crear su propio criterio, y únicamente se limitan a seguir al líder del partido político de turno.
Hace tiempo que quería escribir al respecto… pero siempre me contenía el dudar de si se me iba a entender bien lo que quiero decir. Y es que no es fácil comunicarse con quien no está dispuesto a escuchar.  Pero la situación actual entre los ciudadanos de Catalunya y España es muy grave. Nos encontramos ante una crisis de ruptura y enfrentamientos de ciudadanos, de amigos, de hermanos; de inmensurables consecuencias. Y todo ello por culpa de unos políticos menos que mediocres, que no han demostrado tener la capacidad de hacer bien su trabajo, el cargo para el que fueron elegidos.
No voy a entrar a analizar todo el proceso que nos ha llevado hasta aquí, pues habría que retrotraernos hasta tres siglos atrás, como mínimo. Así pues, no es un problema coyuntural, sino que se podría decir que ya venía con el “pecado original”.
Algunos de dichos políticos, aún tienen la desfachatez de decir que: “La Historia será quién nos juzgue”, cómo si el provocar el enfrentamiento entre hermanos, familiares y amigos, fuese un acto heroico del que se sienten orgullosos. ¡Cuánta ignorancia!
Sus respuestas sólo son para decirle al otro. ¡Y tú más…! ¡Claro, se han pasado casi toda la Democracia de España de estos últimos 40 años mirando por sus bolsillos, en vez de servir al Pueblo, que era para lo que fueron elegidos!
Resulta curioso que, además, sean los partidos donde más corrupción ha habido en la democracia española y catalana, los que hayan “montado” este circo. Ninguno de dichos partidos ha actuado democráticamente con los demás, a pesar de llenarse la boca de las palabras “Democracia y Libertad”.
¿Democracia y Libertad para quién…? Únicamente para vosotros… Vosotros decidís quien tiene derecho a votar y quién no. Quién tiene derecho a expresarse y quien no…  y ¿sabéis qué…? Los dos, ambas partes, son unos fanáticos, cada uno en un extremo, pero igual de fanáticos. Y es que ya lo dice la máxima: “Los extremos se tocan”.
No se puede prohibir la libertad de expresión a nadie, y por ese mismo motivo, quienes se quejan de que no se les deja manifestarse o votar, no deberían actuar como los primeros. Porque lo único que consiguen es dejar claro que ambos son iguales de intolerantes y de fanáticos o radicales. Porque fanatismo y radicalidad hay en todas partes, incluso o sobre todo, en la religión y en la política.
Han traspasado el problema a la ciudadanía, no han sido capaces de hacer su trabajo, es más, lo han hecho muy mal. En cualquier empresa hace tiempo que habrían sido todos despedidos procedentemente por incompetentes, y sin indemnización. En cambio, en este caso, todos se han agarrado al sillón, a la poltrona, clavándose con clavos si es necesario a ésta, para que nadie los saque de sus “aposentos”.
Señores políticos: Ustedes han sido elegidos por los ciudadanos para servirles a ellos, no para que se sirvan ustedes de los ciudadanos. ¡A ver si ya nos vamos enterando!
A los ciudadanos en general, decirles que miren de informarse bien antes de lanzarse al vacío sin paracaídas, y que tengan presente que, aún hoy día, hay demasiado ignorante que se limita a seguir al borrego de cabeza que guía al rebaño, sin comprobar por sí mismo si eso es lo que realmente desea hacer. Y no me estoy refiriendo a ningún bando o idea en concreto.
El fanatismo es malo, muy malo. Venga de donde venga.
La única vacuna contra el fanatismo es la tolerancia, el respeto, y la disposición verdadera al diálogo.
Para conseguir un buen acuerdo, ambas partes deben estar dispuestas a ceder. Se trata pues de convencer a la otra parte y no de vencer.
Ojalá aún no sea tarde para que el “seny” se imponga en lugar del ataque. Porque los más sabios hace mucho tiempo que lo saben y están hartos de repetirlo: “En una guerra no gana nadie”.

José Luis Giménez