miércoles, 1 de febrero de 2017

La imaginación al poder


En la época gloriosa que siguió tras el "Levantamiento Nacional" desde 1939 a 1975 (léase dictadura franquista), la censura funcionaba a "full", es decir, a tope; y tenías que mear de lado para no hacer demasiado ruido, porque si no, la pestañí (la policía) te metía en el "talego o catre" (la cárcel o la cama del calabozo).
Y así es como la imaginación popular empezó a cambiar los nombres de aquellas cosas que estaban prohibidas mencionarlas o deberían decirse con mucho cuidado, pues la censura o la policía podía detener a quien no tuviese cuidado con lo que decía.
Han pasado más de 41 años desde la muerte del “Generalísimo” o del “Caudillo” (que tanto monta, monta tanto), y más de 39 años que “disfrutamos” de la democracia; sin embargo, en pleno siglo XXI, y más concretamente desde la Ley Mordaza del PP en el 2015, parece que hemos vuelto a la época dorada de la dictadura franquista, sino peor.
Es por eso que, a fin de evitar ser multado con sanciones astronómicas y desorbitadas o escandalosas, por haber soltado algún improperio verbal,  o incluso ser encarcelado por unos “twitters” o algún mensaje molesto para los poderes fácticos en las redes sociales, habrá que volver a utilizar la imaginación y recuperar las palabras “claves” para hacer referencia a esas cosas que ahora ya no se pueden decir con total libertad, so pena de que te multen con hasta 600.000 euros (seiscientos mil euros) según sea el caso, sin que tenga que intervenir juez alguno, pues es la autoridad competente quien dictaminará la sanción.
Así que cuidando de que no me pille la pestañí, ni de que los “hombres de Paco” me esperen a la salida del catre o me den pal pelo, voy a tener que usar la imaginación, así como vosotros tendréis que averiguar qué es lo que quiero decir..., porque como a éstos les dé por hacer lo que Donald Trump dice que no tiene importancia, llamado el waterboarding, o la tortura del ahogamiento simulado a los prisioneros para que “canten”,  yo no aguanto ná de ná, me ahogo hasta en el barreño, y como desentono tanto, ya me veo haciendo gárgaras todos los días por si acaso.
Por cierto, para los que piensan que soy un exagerado, os dejo este enlace, que creo que explica muy bien lo que quiero decir.

© 2017 José Luis Giménez
 




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