Portada de la revista de caza Jara y Sedal
Dice un viejo adagio: “Al pan, pan. Y al vino, vino”.
Y es que las crueldades e injusticias no se pueden disculpar
o disfrazar con leyes corruptas e injustas que otorgan legalidad, que no
derecho moral, a cometer cualquier tipo de crueldad con todo tipo de seres
vivos, animales e incluso humanos.
Vivimos en tiempos de desarrollo espiritual, de aprendizaje
y despertar de consciencias, y es comprensible que una gran mayoría de la “humanidad”
siga siendo eso mismo: “animales-humanos”.
Y es que la palabra o definición de “humanidad” se utiliza
con demasiada alegría y sin conocimiento real de su significado, o cuando menos
con una idea desvirtuada de la realidad.
Desde “cachorros”, se nos inculca que hay que matar para
sobrevivir. La chuleta de cordero, el bistec de ternera o el jamón de
bellota... por poner un ejemplo, todo ello considerado como “manjares”, alimentos
básicos y necesarios para nuestro desarrollo “humano”, es la adicción a la que
someten al cuerpo humano desde que nace hasta que deja de existir. Pero... ¿realmente
el ser humano necesita matar a otros animales para sobrevivir...?
La respuesta es NO. Pero si al ser humano no se le “intoxica”
desde que nace con la necesidad de matar animales para alimentarse, no
mostraría esa fuerza animal capaz de matar sólo por placer. Los cazadores matan
por el placer de matar a un animal vivo. No vale que quieran disculpar o
justificar su acción alegando que ellos pagan impuestos para cazar. Pagar
impuestos para poder matar legalmente no los exime de su crueldad. Sienten la
necesidad de sacar su adrenalina contenida, de su rabia, de su incapacidad y su
impotencia para resolver sus problemas matando a un inocente e inofensivo
animal. Y eso es debido a su ignorancia y a su pobreza de espíritu.
¿Qué decir de la mal llamada “Fiesta Nacional”? Más que Fiesta
Nacional, debería llamarse “Fiesta de los Arcontes”. Una sesión continuada de
tortura a un inocente animal, criado exclusivamente para ser torturado;
alegando la “valentía” del matador de turno, el cual será elevado a los altares
de la fama por su especial técnica de matar.
¿Qué persona realmente humana puede disfrutar viendo sufrir
a otro ser vivo; a otro animal mamífero como él mismo, a otro ser que siente el
dolor y el cariño, incluso hacia sus “criadores” que luego lo matarán? Sólo me
cabe pensar que no son humanos, o por lo menos no Seres humanos, sino animales-humanos;
el ganado de los Arcontes.
Una vez que al “ser humano” se le ha convertido en adicto a
la carne, a la sangre; resulta muy difícil que abandone dicha adicción, igual
como sucede con la droga del tabaco, de la cocaína, el hachís o el alcohol...
Y es así como “la élite” que controla este mundo material, a la
que bien podríamos llamar por su nombre: “Arcontes”, mantiene controlada a la
raza humana, de la que se alimenta. Pues los Arcontes se alimentan de nuestros
sentimientos de dolor, rabia, envidia, crueldad y todo lo que produzca daño.
Quizás en momentos muy puntuales y por circunstancias
extremas, el hombre haya tenido o tenga que alimentarse de la carne de otros
animales. Pero eso sólo sería en casos extremos de necesidad imperiosa, donde
no sería posible conseguir una alimentación adecuada, en la que no fuese
necesaria la ingesta de carne animal. Sólo en esos casos se comprendería la
ingesta de carne animal por necesidad.
Desde pequeños se nos inculca que comer carne de animal es
bueno, y nos hacen adictos al sabor de la sangre y la carne; en vez de
enseñarnos a respetar y amar a los demás animales, y que como cualquier animal,
posee sentimientos y alma. Igual como poseemos los seres humanos.
Sólo de esa manera, los Arcontes y sus secuaces (los poderes
fácticos y sus políticos corruptos), se aseguran de que el ser humano continúe
siendo otro animal más a su servicio. Un animal que servirá como cualquier otro
animal de granja, para satisfacer las necesidades y los caprichos de dichos Arcontes
y sus secuaces. Si el ser humano no se alimentase de carne y sangre, no
sentiría esa necesidad de guerrear, de matar, aunque sólo fuese para comer.
Pero el hombre ha sido “adaptado” por los Arcontes para que mate de manera
cruel, haciendo daño; para que pelee contra sus congéneres, para que robe,
mienta, manipule y asesine despiadadamente a los más indefensos; y para ello
utiliza a los poderes fácticos y sus políticos corruptos para asegurarse de que
su plan se lleva a cabo a la perfección.
Y así parece ser en la mayoría de casos; pues sólo unos
pocos se despiertan y toman consciencia de la verdadera finalidad del Ser
humano (con mayúscula). Sólo unos pocos toman consciencia de la necesidad de
aprender a respetar a los demás; ya sean animales o “animales-humanos”.
Y es a esos pocos que, los secuaces de los Arcontes, los denominan
de forma despectiva, intentando desprestigiarlos con lo que para ellos es un
insulto, al llamarles “animalistas”, “comelechugas” o cualquier otro adjetivo
ocurrente para dichos secuaces y sus animales-humanos.
Personalmente no pertenezco a ningún grupo, pero si tuviera
que pertenecer, sin duda preferiría que me llamasen “animalista” o “comelechugas”
antes que “torero”, cazador, o cualquiera de las formas en las que se
autodenominan los animales-humanos.
Aún hay muchos animales-humanos, pero por suerte para la
verdadera Humanidad, cada vez hay más Seres Humanos (con mayúsculas) con la
consciencia despierta; que no necesitan escudarse en una ley corrupta e
injusta, ni en alegar que pagan impuestos para poder matar legalmente; por la
sencilla razón de que ellos no necesitan matar a nadie, ni para alimentarse,
pues hoy día existe todo tipo de alimentos con todas las proteínas y vitaminas
necesarias para nuestro organismo, ni demostrar ninguna valentía al matar a un
inocente animal indefenso, ni para hacer la guerra a otros seres humanos para
adueñarse de sus recursos.
¿Conocéis a algún animal herbívoro que sea agresivo, que
mate por el placer de matar como hace el animal-humano?
Es una cuestión de elevación espiritual. Y aunque ahora
muchos animales-humanos se rían de este escrito, llegará un tiempo en que nadie
querrá matar por el placer de matar. Sólo la defensa de la propia vida o de los
familiares directos indefensos justificaría la muerte del otro ser que desea
matar o hacer daño.
© 2017 José Luis Giménez
No hay comentarios:
Publicar un comentario