La Historia, nos ha enseñado cómo,
a través del fanatismo, se han librado las mayores guerras, se han cometido los
mayores holocaustos y se han permitido las mayores crueldades e injusticias.
Tal como ya dijese el Maestro: “No
hay nada nuevo bajo el Sol”.
O lo que viene a ser lo mismo: “Quien
no aprende de la Historia, seguirá cometiendo los mismos errores”.
Y es así cómo, siglo tras siglo,
los seres humanos, seguimos peleándonos y matándonos mutuamente por culpa del
fanatismo; del color de la piel, de las ideas políticas, de los credos
religiosos, o hasta por pertenecer a equipos de fútbol distintos.
¡Qué pena! ¡Qué pena por Dios!
Pero… ¿qué más necesitamos ver
que suceda, para darnos cuenta de que vamos a volver a matarnos unos a otros
como en las pasadas guerras? Que van a enfrentarse padres e hijos, hermanos,
amigos…
Me horroriza ver cómo, los medios,
lejos de invitar a la calma, al diálogo y al acuerdo, se dedican a echar más
leña al fuego; a meter cizaña.
Parece increíble que tanta gente
se deje arrastrar por tan pocos, ya sean de un lado u otro, de un signo o del
contrario, sin comprobar por ellos mismos que lo que cuentan sea cierto, y no
un bulo más, creado con el único fin de que haya enfrentamientos.
Hace siglos, o incluso apenas 100
años, la gente era analfabeta en su gran mayoría, pues muy pocos tenían la
oportunidad de aprender a leer y a escribir. Y así era muy fácil vivir
engañado. De hecho, una gran mayoría de hoy día sigue viviendo engañada, a
pesar de saber leer y escribir. Y esto es posible porque no se molestan en
buscar la verdad, en crear su propio criterio, y únicamente se limitan a seguir
al líder del partido político de turno.
Hace tiempo que quería escribir
al respecto… pero siempre me contenía el dudar de si se me iba a entender bien
lo que quiero decir. Y es que no es fácil comunicarse con quien no está
dispuesto a escuchar. Pero la situación
actual entre los ciudadanos de Catalunya y España es muy grave. Nos encontramos
ante una crisis de ruptura y enfrentamientos de ciudadanos, de amigos, de
hermanos; de inmensurables consecuencias. Y todo ello por culpa de unos
políticos menos que mediocres, que no han demostrado tener la capacidad de
hacer bien su trabajo, el cargo para el que fueron elegidos.
No voy a entrar a analizar todo
el proceso que nos ha llevado hasta aquí, pues habría que retrotraernos hasta
tres siglos atrás, como mínimo. Así pues, no es un problema coyuntural, sino que
se podría decir que ya venía con el “pecado original”.
Algunos de dichos políticos, aún
tienen la desfachatez de decir que: “La Historia será quién nos juzgue”, cómo
si el provocar el enfrentamiento entre hermanos, familiares y amigos, fuese un
acto heroico del que se sienten orgullosos. ¡Cuánta ignorancia!
Sus respuestas sólo son para
decirle al otro. ¡Y tú más…! ¡Claro, se han pasado casi toda la Democracia de
España de estos últimos 40 años mirando por sus bolsillos, en vez de servir al
Pueblo, que era para lo que fueron elegidos!
Resulta curioso que, además, sean
los partidos donde más corrupción ha habido en la democracia española y
catalana, los que hayan “montado” este circo. Ninguno de dichos partidos ha actuado
democráticamente con los demás, a pesar de llenarse la boca de las palabras “Democracia
y Libertad”.
¿Democracia y Libertad para quién…?
Únicamente para vosotros… Vosotros decidís quien tiene derecho a votar y quién no.
Quién tiene derecho a expresarse y quien no…
y ¿sabéis qué…? Los dos, ambas partes, son unos fanáticos, cada uno en
un extremo, pero igual de fanáticos. Y es que ya lo dice la máxima: “Los
extremos se tocan”.
No se puede prohibir la libertad
de expresión a nadie, y por ese mismo motivo, quienes se quejan de que no se
les deja manifestarse o votar, no deberían actuar como los primeros. Porque lo
único que consiguen es dejar claro que ambos son iguales de intolerantes y de fanáticos
o radicales. Porque fanatismo y radicalidad hay en todas partes, incluso o
sobre todo, en la religión y en la política.
Han traspasado el problema a la
ciudadanía, no han sido capaces de hacer su trabajo, es más, lo han hecho muy
mal. En cualquier empresa hace tiempo que habrían sido todos despedidos procedentemente
por incompetentes, y sin indemnización. En cambio, en este caso, todos se han
agarrado al sillón, a la poltrona, clavándose con clavos si es necesario a ésta,
para que nadie los saque de sus “aposentos”.
Señores políticos: Ustedes han
sido elegidos por los ciudadanos para servirles a ellos, no para que se sirvan
ustedes de los ciudadanos. ¡A ver si ya nos vamos enterando!
A los ciudadanos en general,
decirles que miren de informarse bien antes de lanzarse al vacío sin paracaídas,
y que tengan presente que, aún hoy día, hay demasiado ignorante que se limita a
seguir al borrego de cabeza que guía al rebaño, sin comprobar por sí mismo si
eso es lo que realmente desea hacer. Y no me estoy refiriendo a ningún bando o
idea en concreto.
El fanatismo es malo, muy malo.
Venga de donde venga.
La única vacuna contra el
fanatismo es la tolerancia, el respeto, y la disposición verdadera al diálogo.
Para conseguir un buen acuerdo,
ambas partes deben estar dispuestas a ceder. Se trata pues de convencer a la
otra parte y no de vencer.
Ojalá aún no sea tarde para que
el “seny” se imponga en lugar del ataque. Porque los más sabios hace mucho
tiempo que lo saben y están hartos de repetirlo: “En una guerra no gana nadie”.
José Luis Giménez